La millonaria inversión para construir mercado urbano al estilo del MUT en el primer edificio quemado el 18-0
- Alexander Chest

- 23 sept
- 3 Min. de lectura
La transformación del ex edificio de Enel en Santa Rosa 76, cuyo incendio marcó el inicio el estallido, avanza con una inversión superior a US$ 98 millones y un diseño que mezcla viviendas, oficinas, comercio y espacios públicos.
Fuente: Ex Ante
Fecha: 22.09.2025

El proyecto de Territoria superó un proceso ambiental marcado por exigencias inéditas —desde compromisos de género hasta techos verdes o pintados de blanco— antes de obtener la aprobación.
Qué observar. Territoria, la firma detrás del Mercado Urbano Tobalaba (MUT), acaba de obtener la aprobación ambiental para un nuevo megaproyecto en pleno centro de Santiago. Se trata de la transformación del emblemático ex edificio de Enel, ubicado en Santa Rosa 76 en un complejo de uso mixto con vivienda, oficinas, comercio y espacios públicos.
El edificio es uno de los principales símbolos del vandalismo durante el estallido social. Hasta el incendio, las protestas se habían focalizado en invadir estaciones del metro. Esa noche, el entonces edificio corporativo de 17 pisos, ardió después de que manifestantes esparcieran combustible y acelerantes en las salidas de emergencia de la sede de Enel.
Fue exactamente a las 21:50 que se exhibieron imágenes de las llamas por televisión y quedó claro que se estaba enfrentado una protesta con violencia inédita que sacudiria al país durante mucho tiempo. Simultáneamente, se iniciaron incendios en cadena que destruyeron 20 estaciones dejaron otras 41 con destrozos de todo tipo.
Además de ser un símbolo del vandalismo, lo ocurrido esa noche también es un símbolo de impunidad, dado que el 2022 la fiscalía decidió cerrar el caso sin encontrar culpas.
Ahora, la inversión de Territoria es una apuesta para convertir el proyecto en la primera iniciativa de envergadura para revitalizar el centro de Santiago, que todavía sufre las consecuencias del 18/0.
La difícil tramitación. La inversión estimada supera los US$ 98 millones y marca una de las intervenciones privadas más ambiciosas en el casco histórico en la última década.
La iniciativa generó atención no solo por su escala y localización, sino también por la tramitación ambiental que enfrentó, en la que organismos públicos plantearon observaciones inusuales, incluyendo reparos por enfoque de género, proximidad con lugares de culto y su impacto en el entorno patrimonial.
El proyecto fue aprobado por la Comisión de Evaluación Ambiental (COEVA) de la Región Metropolitana, por ocho votos a favor y dos en contra.
La inversión inmobiliaria ya traía una recomendación favorable desde el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA).
El proyecto. El edificio, abandonado tras los daños sufridos durante el estallido, será completamente intervenido: el plan incluye dos torres de vivienda de 12 pisos, una torre de oficinas de nueve pisos, una placa comercial de tres niveles y una cubierta verde que funcionará como espacio público.
Además, contempla cuatro subterráneos con accesos por las calles Santa Rosa y San Isidro, destinados a comercio y estacionamientos.
También se redefinieron los usos de varios niveles del inmueble original: parte del primer piso pasará de oficinas a comercio; otros niveles comerciales se reconfigurarán; y el piso 18 se destinará a un restaurante con vista panorámica.
Desde la empresa argumentaron que la iniciativa busca integrar vida residencial, laboral y de servicios en una zona donde el comercio ha retrocedido y la inseguridad ha ganado espacio.
Una evaluación ambiental con observaciones poco comunes. La tramitación ambiental, iniciada a comienzos de 2025 con el ingreso de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) al Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), no estuvo exenta de dificultades.
El proceso incluyó observaciones técnicas, muchas de ellas habituales —como impacto vial, emisiones o gestión de residuos— pero también otras de carácter inédito.
Por ejemplo, el documento pedía al titular “asumir un Compromiso Ambiental Voluntario con enfoque de género, que incluyera capacitaciones o actividades de sensibilización para todo el personal del proyecto, con el fin de prevenir, por ejemplo, situaciones de hostigamiento como los llamados ‘piropos’ o el uso de lenguaje inapropiado que reprodujera estereotipos, tanto dentro como fuera de la obra”, señalaba el texto.
Asimismo, se requería incorporar un Compromiso Ambiental Voluntario que contemplara la instalación de huertos o jardines de bajo consumo de agua en las azoteas, cuando fuera factible. (Vicente Browne R.)
Si eso no resultaba posible, se proponía como alternativa pintar las cubiertas de color blanco, para reflejar la luz solar y disminuir la temperatura de las superficies.



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