Ingenieros australianos desarrollan material de construcción «tierra apisonada confinada en cartón» con un 75% menos emisiones que el hormigón usando solo cartón, tierra y agua
- Alexander Chest

- 16 oct
- 3 Min. de lectura
Este material tiene solo una cuarta parte de la huella de carbono del hormigón y cuesta menos de un tercio, además de ser reutilizable y reciclable.
Fuente: Eco Inventos
Fecha: 15.10.2025

Internacional. Nuevo material para construcción con baja huella de carbono.
Hecho solo con tierra, agua y cartón reciclado.
Hasta 75 % menos emisiones que el hormigón tradicional.
Fabricación in situ con materiales locales.
Ideal para climas cálidos y zonas remotas.
Cartón y tierra redibujan la construcción sostenible
Un equipo de ingenieros de la Universidad RMIT de Australia ha desarrollado un nuevo material de construcción que podría cambiar las reglas del juego en la arquitectura sostenible. Se trata del “cardboard-confined rammed earth”, una combinación de cartón reciclado, agua y tierra que ofrece una huella de carbono cuatro veces menor que la del hormigón tradicional.
El desarrollo llega en un momento clave: solo en Australia se envían a vertedero más de 2,2 millones de toneladas de cartón y papel cada año, mientras que la producción de cemento y hormigón sigue siendo responsable de aproximadamente el 8 % de las emisiones globales de CO₂.
Inspirado en diseños como la Catedral de Cartón de Shigeru Ban en Nueva Zelanda, el equipo de RMIT ha llevado el concepto mucho más lejos, aplicando el cartón no solo como envolvente temporal, sino como elemento estructural clave en combinación con la tierra compactada.
Según el investigador principal, el Dr. Jiaming Ma, este avance permite construir estructuras resistentes para edificios de baja altura sin necesidad de cemento. El resultado: costes reducidos, menor impacto ambiental y una construcción más adaptada al entorno local.
Beneficios
El proceso de construcción es simple, económico y accesible. El cartón sirve como encofrado donde se compacta la mezcla de tierra y agua, sin aditivos químicos ni ligantes industriales. Esto permite fabricar los elementos directamente en obra, sin depender de cadenas logísticas complejas.
Según el profesor emérito Yi Min “Mike” Xie, esta tecnología tiene un enorme potencial en zonas rurales o remotas, donde transportar cemento, acero u hormigón es costoso y poco eficiente. Basta con llevar los tubos de cartón al lugar de construcción; el resto de los materiales, literalmente, se encuentran bajo los pies.
En regiones como el interior australiano, donde predominan los suelos arcillosos rojizos, ideales para este tipo de técnica, el material podría usarse para viviendas, escuelas o refugios de emergencia. Además, su alta inercia térmica permite mantener estables las temperaturas interiores, reduciendo la dependencia de aire acondicionado y el consumo energético.
Otro punto fuerte es su versatilidad estructural: la resistencia mecánica puede ajustarse variando el grosor del cartón. El equipo de RMIT ya ha desarrollado un método para predecir y calcular esa resistencia en función del tipo de cartón utilizado.
Además, en investigaciones paralelas, el grupo ha experimentado con fibras de carbono como refuerzo, logrando una resistencia comparable al hormigón de alto rendimiento. Aunque esta variante aún requiere evaluación en términos de sostenibilidad, demuestra que el material base tiene margen de evolución.

Potencial
La introducción del cardboard-confined rammed earth no es solo un avance técnico.
Es un gesto de sentido común ambiental. Aporta soluciones concretas a problemas urgentes: residuos, emisiones, acceso a vivienda digna, adaptación al cambio climático.
Algunas ideas para ampliar su impacto:
Incorporación en programas de vivienda social en zonas vulnerables o afectadas por catástrofes climáticas.
Capacitación comunitaria para construir con materiales locales y técnicas accesibles.
Normativas urbanas más flexibles que reconozcan el potencial de materiales alternativos sin penalizarlos frente a los tradicionales.
Diseño modular y adaptable, ideal para arquitectura participativa o autoconstrucción.
Simbiosis con energías renovables, aprovechando el aislamiento térmico de los muros de tierra.
Lo más interesante es que esta técnica no depende de tecnologías caras ni de materiales importados. Está al alcance de cualquier comunidad que quiera construir con lógica ecológica y sentido de permanencia.
Si la transición hacia un modelo constructivo más responsable pasa por recuperar saberes antiguos con herramientas actuales, el cartón y la tierra compactada podrían ser el puente perfecto entre el pasado y un futuro más sostenible. (Prensa)



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